El hígado graso no alcohólico es un síndrome caracterizado por la presencia de depósitos de grasa en el hígado en pacientes sin excesivo consumo de alcohol y en ausencia de otras causas de enfermedad hepática. El exceso de grasa en el hígado se denomina esteatosis hepática, y cuando determina inflamación hepatocelular (o esteatohepatitis) puede conducir a daño hepático.

La frecuencia a nivel mundial de la enfermedad por hígado graso no alcohólico no ha dejado de crecer a lo largo de las últimas décadas, en especial en los países desarrollados. Hoy día se estima que afecta hasta a 1 de cada 3 ó 4 personas, siendo más común en hombres que en mujeres. La “enfermedad del hígado graso asociada a disfunción metabólica” (MAFLD, por sus siglas en inglés) es un término de consenso propuesto recientemente que comprende la enfermedad del hígado graso no alcohólico (conocida como NAFLD en inglés) y su forma progresiva esteatohepatitis no alcohólica (oNASH). MAFLD comprende un espectro de enfermedades hepáticas crónicas en la población mundial que pueden conducir a una hepatopatía en etapa terminal e incluso a un carcinoma hepatocelular (HCC).

Existen varias enfermedades y condiciones que pueden aumentar el riesgo de padecer MAFLD, incluyendo las siguientes:

  • Edad, sexo masculino y predisposición genética
  • Niveles altos de colesterol y triglicéridos en la sangre
  • Hipertensión arterial
  • Obesidad, particularmente cuando la grasa se concentra en el abdomen
    • Síndrome metabólico
    • Diabetes tipo 2
    • Enfermedades inflamatorias sistémicas mediadas por el sistema inmune (como la artritis reumatoide, la artritis psoriásica o la enfermedad inflamatoria intestinal)

Por lo tanto, para reducir el riesgo de MAFLD, y a modo de prevención se recomienda:

  • Bajar de peso si se tiene sobrepeso u obesidad, reduciendo la cantidad de calorías que consumes a diario y aumenta lentamente la cantidad de ejercicio físico para perder peso.
  • Optar por una dieta saludable a base de frutas, vegetales, cereales, y llevar un control de las calorías ingeridas.
  • Hacer ejercicio y ser más activo, al menos se recomiendo 30 minutos de ejercicio la mayoría de los días de la semana.
  • Controlar la diabetes. Tomar la medicación recetada por el medico y supervisar constantemente el nivel de glucemia.
  • Bajar el nivel de colesterol y de triglicéridos siguiendo una dieta saludable con consumo frecuente de vegetales, y realizar actividad física. Diversos medicamentos puede ayudar a mantener un nivel saludable de estos lípidos.
  • Proteger el hígado evitando el consumo de alcohol.

Referencias:

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