Depresión y sintomatología digestiva, una relación bidireccional

Depresión, Enfermedades digestivas, General, Sanidad

 

Hoy, 13 de enero se conmemora el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, una enfermedad común en nuestro entorno. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión es un trastorno mental que afecta a aproximadamente 280 millones de personas a nivel global, lo que representa el 3,8 % de la población mundial, siendo más prevalente en mujeres que en hombres.

La patología se debe a múltiples factores involucrados que interaccionan entre sí: biológicos, psicológicos y sociales. Los pacientes con este trastorno suelen presentar frecuentemente una serie de síntomas como tristeza general, pérdida de interés y de la capacidad para disfrutar o un cansancio exagerado. Sin embargo, estos síntomas pueden agravarse generando sentimientos de culpabilidad, irritabilidad, pérdidas de memoria, trastornos de sueño, disminución del apetito y finalmente ideas de suicidio.

¿Sabía que la depresión y el intestino guardan una estrecha relación? Esto se debe a que tanto el cerebro como el intestino se encuentran interconectados a través del eje intestino-cerebro, un sistema complejo en el que intervienen hormonas, metabolitos, mediadores inmunitarios y neurotransmisores que facilitan la comunicación entre ambos. De hecho, el intestino alberga millones de neuronas, lo que refuerza esta conexión. Además, la microbiota intestinal parece desempeñar un papel crucial en la función cerebral, ya que diferentes investigaciones en marcha están analizando el papel potencial que el tratamiento de la disbiosis mediante prebióticos, probióticos, o incluso trasplante fecal puede desempeñar en el abordaje de la depresión.

Sin embargo, el tratamiento de la depresión es específico para cada paciente y suelen emplearse generalmente la psicoterapia y el tratamiento farmacológico. Este último es el que se explicará a continuación. La serotonina destaca entre los neurotransmisores involucrados en esta relación, dado su papel crucial tanto en el sistema nervioso central como en el sistema nervioso entérico (encargado de controlar funciones del aparato digestivo, tales como la motilidad gastrointestinal o la modulación del apetito).

En el cerebro, la serotonina regula funciones esenciales como el estado de ánimo, el sueño o la cognición, mientras que en el intestino tiene un impacto fundamental en la motilidad intestinal. Los trastornos neuropsiquiátricos (depresión y ansiedad) suelen estar asociados a niveles desbalanceados de serotonina, ya sea por un exceso o por una cantidad insuficiente de este neurotransmisor.

Por lo tanto, para tratar los trastornos depresivos, es común la prescripción de antidepresivos, específicamente inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS). Entre los ISRS recetados más frecuentemente se incluyen citalopram, escitalopram, fluoxetina, paroxetina y sertralina.

Pero, ¿cuál es el mecanismo de acción de estos medicamentos? Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) actúan bloqueando la reabsorción de serotonina selectivamente. Esto resulta en un aumento de la serotonina disponible en el cerebro, contribuyendo a la mejora de los síntomas depresivos, siendo su función principal la regulación del estado de ánimo. Sin embargo, dado que aproximadamente el 95 % de la serotonina se encuentra en el tracto gastrointestinal, se produce un exceso de serotonina en el intestino que puede causar diarrea.

La serotonina cumple funciones esenciales tanto en el sistema nervioso central como en el tracto gastrointestinal, donde modula la motilidad intestinal. Cuando se interrumpe el transporte de serotonina, se produce un desajuste en los niveles de este neurotransmisor, lo que puede ocasionar efectos secundarios como náuseas, vómitos, diarrea y alteraciones en el apetito.

En consecuencia, la serotonina se unirá a los receptores de las neuronas sensoriales del sistema nervioso entérico, transmitiendo la información hacia el sistema nervioso central.

Este proceso evidencia una relación significativa entre el sistema nervioso central y el sistema digestivo.

Esquema resumen de la relación entre la depresión y su tratamiento con ISRS y la sintomatología digestiva

En algunos pacientes, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) pueden tener efectos beneficiosos, como aliviar los síntomas de la depresión, mejorar el bienestar general y, a dosis bajas, influir positivamente en la motilidad intestinal. Por este motivo, los fármacos antidepresivos a dosis bajas son una terapia esencial para diferentes trastornos funcionales digestivos, como la dispepsia, el síndrome de intestino irritable y varios trastornos de la motilidad gastrointestinal. No obstante, en otros pacientes, pueden inducir efectos adversos, tales como alteraciones en la motilidad intestinal, provocando diarrea o estreñimiento, y, por lo tanto, es crucial considerar el potencial riesgo asociado con la interacción de los ISRS con otros medicamentos.

Teniendo en cuenta lo anterior, es fundamental ser prudentes y realizar una evaluación individualizada de cada paciente, seleccionando el tratamiento más adecuado en función de su condición específica y los demás medicamentos que esté tomando. Es esencial monitorizar de cerca a los pacientes para detectar posibles efectos adversos derivados de la interacción entre distintos fármacos y ajustar la dosis de manera precisa, garantizando así un tratamiento eficaz y seguro.

Además, los efectos «secundarios» de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) pueden ser fácilmente gestionados, ya que existen alternativas terapéuticas que no inducen los mismos síntomas digestivos. Estos medicamentos ofrecen una opción eficaz para tratar la depresión, y así evitar las complicaciones gastrointestinales que suelen acompañar a los ISRS.

Esta conexión bidireccional resalta la importancia de la interacción entre ambos sistemas en la manifestación y el tratamiento de trastornos tanto físicos como mentales.

 

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